Nos fumaremos la eternidad
para encontrar las sombras del destino.
Yo de ellas aprenderé a vivir
de esta sudada melancolía de
aquello que nunca tuve,
o que no recuerdo haber vivido.
Con las manos aún sucias del
erotismo del caerse
correremos, nos correremos,
nos confundiremos y nos fundiremos
cual cera medio muerta del tiempo
que ha pasado sin ser vista,
aún habiendo alumbrado cada
instante del cartón de vino que
decimos que fue vida.
Temblando nos acurrucaremos en la
rasposa alfombra que nos marco las
rodillas y la espalda,
y nos dormiremos las mentiras
intentando disimular el preciado
fracaso que hemos sido.
No nos enfrentaremos a la palabra,
nunca fue lo mio.